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Consigna: Ósculo, Marzo 2012

 ANTE LA INSEGURIDAD Y EL MIEDO...ELIGE VIVIR

Inmerso en la agonía de la desesperación no encontraba otra salida, sentía su espíritu quebrado. El frio suelo bajo su cuerpo desnudo le brindaba el punto de lucidez necesario para inquirir en su mente y buscar entre los últimos tres años de recuerdos alguna ocasión en la que se hubiese tratado realmente de él. Acurrucado y sumido en el abandono tenía la certeza que aquel día en el instituto que salió corriendo a esconderse en un rincón, harto por las repetidas burlas a las que era sometido, y él apareció para aliviar su pena respondiendo a su ósculo cogiendo su mano entre las suyas y regalándole una sonrisa que tranquilizó su alma, no eran sus manos sino otras las que en su imaginación sostuvo. Que toda esa ternura que sintió con sus actos y profirieron sus labios fueron resultado de la necesidad de Derek por expresar sus anhelos y deseos hacia otra persona y que por miedo y cobardía ese día se engañó a sí mismo, resignándose ante la ilusión que le otorgaba la vista.
Solo habían pasado ocho días desde, que en este mismo lugar, pensara que la vida por fin le había concedido la felicidad, ocho días desde que, con Summertime de My Chemical Romance de fondo, se acicalara para él frente al espejo. Tan solo ocho días desde que el suave deslizamiento del pincel delineando sus parpados de negro, el contoneo de su figura delgada enfundada en ropa ajustada y el roce de la fresca porcelana en la parte delantera de su anatomía, ya endurecida por la idea de que más tarde sería el abdomen duro y de piel suave de Derek el que notaría junto a su desabrigado miembro, le pareciesen la cosa más maravillosa del mundo.                      
Las lágrimas empapaban su cara… << ¿Cómo has sido tan iluso de pensar que alguien se podría fijar en ti existiendo un duplicado de mayor calidad? >>
Siempre vivió bajo la sombra de su gemelo, Brian era el mayor, aunque solo por tres minutos, Brian, el que nunca enfermó, Brian, al que todos los deportes se le daban bien, Brian, el que tenía un cuerpo perfecto y volvía locas a las chicas…Brian, Brian, Brian, lo odiaba. Cuando cumplieron catorce comenzó a vestir de negro y maquillarse, fue la vía de escape que le hizo no sentirse una mala copia de su hermano. Brian era popular allá donde fuese y no tardó en unirse al grupo de Derek y durante los dos años de instituto llegaron a convertirse en los mejores amigos, acudiendo este a su casa en incontables ocasiones. Las palabras más simples eran las que compartía con él, siempre luciendo su seductora sonrisa, un tímido “Hola”, un “¿Qué tal, como te va?” o un “Nos vemos, Sam” seguido del sutil guiño de sus preciosos ojos, pero era realmente con Brian con quien compartía un lazo estrecho. Con él era con quien se encerraba en la habitación para jugar a la consola y comparar experiencias e intercambiarse chicas como si fuesen cromos. A los dos les gustaba la misma música, la misma ropa y por sus acciones también compartían la misma filosofía de vida, por lo que Brian era unos más del grupo, pero él con su cuerpo nada musculado, su ropa ajustada, su cabello largo y teñido y su cara maquillada, haciéndole tener un aspecto afeminado, no entonaba con ellos, por lo que solo contaba con la compañía de las chicas en el instituto, aunque ninguna se acercó nunca para conocerle, solo encontraban en él un paño de lágrimas en el que volcar su rabia por como las trataba su hermano. Era un imán para el sexo opuesto, lo consideraban una joya, ya que según ellas él estaba igual de bueno que su hermano y era un chico con el que se podía hablar, no un cabrón sin sentimientos que las usaba a su conveniencia, siendo conocedor que la adoración que causaba entre ellas era el motivo por el que suscitaba la exasperación en el grupito de Brian y Derek. Sam cada día albergaba sentimientos nuevos por el amigo de su gemelo y no sabía cómo lidiar con ellos, porque erróneamente a lo pensado por la mayoría a él le gustaban las chicas, lo que pasaba es que no había llegado la adecuada, sin embargo por ironías de la vida eso cambió, fue cuando realmente descubrió que sí existía la adecuada, aunque no era “LA”, sino “EL”. Nunca se definió como gay, ni a día de hoy lo hacía, no encontraba atractivos a los hombres, solo Derek captó su atención haciéndole sentir, por primera vez en su vida, algo especial por otra persona. Al principio pensó que fue un acto sin importancia por su parte, era un chico guapo, con un cuerpo fantástico que volvía locas a todas las chicas del instituto, pocas eran las que no hubiesen pasado ya por sus manos. Un tío de los pies a la cabeza que jamás se fijaría en otro chico, no obstante en su interior sabia que lo sucedido ese día en el instituto fue algo más que el apoyo de un chico hacia el hermano rarito de su mejor amigo, tuvo la convicción de que Derek también sintió el cosquilleo que recorrió su cuerpo ante tanta cercanía y ternura y lo acontecido los últimos meses le daban la razón.
Su hermano no superó los exámenes para acceder a la facultad y tuvo que quedarse y repetir curso, contrariamente a él y Derek que ingresaron en la misma universidad. Ambos echaban de menos lo dejado atrás y especialmente a Brian, era normal, se trataba de su gemelo y el mejor amigo de Derek. Estaban solos en una ciudad nueva, todo era nuevo para ellos, la casa, las amistades, empujándoles la situación a convertirse en inseparables. Acudían juntos a clase, quedaban tras estas para volver a la casa que compartían con varios compañeros, pasaban horas viendo la tele y estudiando juntos. Su relación se hizo más estrecha, convirtiéndose en íntima, cuando tras una fiesta del club al que pertenecían y después de beber mucho se encerraron en un cuarto vacio escapando de todas esas personas apenas conocidas para ellos. Al ritmo de una balada bailaron, momento que Derek aprovechó para besarle, haciéndole descubrir un abanico de sensaciones nuevas para él, pasión, lujuria y mucha frustración porque solo a escondidas era cariñoso con él. Un beso tierno que se volvió apasionado, salvaje y de no haber sido interrumpidos, seguramente el preludio ideal para dejarse llevar por el deseo.  No quiso hacerse ilusiones, para Derek era normal actuar así cuando bebía, siempre que entraba a una tía para después acostarse con ella estaba borracho, pero a partir de ese día las cosas cambiaron entre ellos, eso sí, siempre en la intimidad. Comenzaron a compartir cama, aunque siempre dormían con la ropa puesta, en público lo máximo que se permitía Derek era cogerle de la mano y evitando en lo máximo posible que fuese muy evidente. Su relación se limitaba a algún que otro beso cuando Derek lo buscaba, ya que él no se atrevía a forzar una situación en la que él mismo no sabía si era correcto que estuviese, pero ocho noches atrás, la noche en que  Derek cumplió los diecinueve, este decidió que había llegado la hora de dar un paso más. Sam había esperado dieciocho años y por fin había llegado ese momento tan ansiado, perdió la virginidad como siempre lo deseó, con una persona especial a la que quisiera y le quisiera, o eso pensó hasta que Derek le abrió los ojos.
<< ¿Por qué no me fijé en las señales? ¿Por qué hice caso omiso de ellas? Cada vez que me dijo que cuando estuviésemos solos me quitara el maquillaje para admirar lo bello que era, cada vez que rozaba con el pulgar mi lunar, idéntico al de Brian, cuando me cogía la mano, cada vez que cerraba los ojos antes de acercarse para besarme >>..., ahora lo veía claro, no podía echarle la culpa a Brian ni a Derek, solo él era el dueño y señor de su destino, el único responsable por creer posible vivir una quimera. Cuantas veces había escuchado de boca de su hermano… “Sam eres muy inocente, no te puedes fiar de todo el mundo, algún día te arrepentirás de creer que todos son como tú, la gente es egoísta, solo piensan en ellos, te meterás en un lio del que no puedas salir y yo no estaré para ayudarte. Tu aspecto lleva a conclusiones erróneas y tú eres tan ingenuo que ni siquiera te das cuenta de cómo te miran. Eres sensible, con buen corazón y eso la gente lo ve, además eres guapo, no tanto como yo claro.”…<< ¡Tú estabas ahí Brian! ¿Por qué no me salvaste de él? ¡Por qué! >>
El cansancio se apoderaba de Sam, no tardaría en perder la consciencia. No podía mantener la cabeza erguida, sus extremidades estaban cada vez mas entumecidas y apenas sentía el tacto de sus dedos sobre el piso empapado por la vida que escapaba de sus laceradas venas. My Inmortal de Evanescence sonaba en su iPod, era la última canción en su lista de reproducción y la que lo acompañaría cuando todo el sufrimiento terminara. Cerrando sus ojos cansados evocó el recuerdo que lo escoltaría por la senda nebulosa que transitaría su alma en busca de descanso, siendo su último pensamiento ocupado por la efigie de la belleza.
Estaba con Derek en su habitación, disfrutando de las tiernas caricias y del roce cálido de sus labios recorriendo su piel, sintiendo su cuerpo trémulo bajo el peso de este y deleitándose con la sensación que le proporcionaba la fricción de sus endurecidos y sensibles penes mientras se besaban, rememorando el dolor que le atravesó cuando Derek comenzó a penetrarle, mirándole a los ojos con la boca entreabierta y la respiración atorada en sus pulmones y sonrió al recordar el ingente placer que sintió cuando, abrazado a él, estuvo completamente dentro de su cuerpo, fusionándolos y convirtiéndolos en uno. Recreó otra vez en su mente el regocijo de experimentar por primera vez la frenética danza que dejó ambos cuerpos perlados por el sudor, la felicidad de escuchar su respiración acelerada junto a su oído y el éxtasis inmenso que le proporcionó cuando su firme mano envolvió su miembro con maestría, consiguiendo hacer que vaciara su cuerpo en el mismo instante que Derek lo llenaba susurrándole un te quiero, para matar seguidamente su júbilo cuando, sin mirarle a los ojos tras pronunciar tan bellas palabras, sus dulces labios musitaron el nombre de su hermano, quebrando su ser y destrozando su ahora y para siempre yermo corazón, agradeciendo a Dios por dotarlo de un alma débil, la cual abrumada por la pesadumbre lo sumió en la soledad de la vendita inconsciencia.
Las fuerzas le abandonaban, cada segundo que pasaba notaba su cuerpo más liviano y apenas ya su pecho daba señales del dolor que albergaba por dentro, no exteriorizando el llanto que prodigaba su alma ante la desolación que sintió en el momento que comprendió que nunca se había tratado de él, sino de su hermano gemelo y que él solo fue un sucedáneo al verdadero amor de Derek. El silencio y la soledad envolvían la estancia y el murmullo de extrañas letanías procedentes del exterior le suscitaron a enfocar la vista hacia la puerta del baño, haciéndole creer su juicio velado por la cercanía de la muerte, que ante él se encontraban Brian y Derek, pero en el momento que las comisuras de sus labios se alzaron, en un acto reflejo por la inmensa alegría de poder contemplar por última vez a las dos personas que mas amaba en este mundo, la oscuridad acudió al encuentro de Sam.
TRES DÍAS MÁS TARDE
Sam siempre pensó que cuando muriese dejaría de sentir, pero estaba equivocado porque le dolía hasta el último pelo de la cabeza. Sentía su cuerpo pesado y un fuerte dolor en las muñecas y para colmo había ido a parar al infierno, ya que si estuviese en el cielo estaría feliz y  libre de todo remordimiento, sin embargo en este momento podía escuchar claramente en su cabeza las voces de Derek y Brian, estaba claro que el eterno recuerdo de ellos era el pago por poner fin a su vida y daba gracias porque por lo menos su perpetua penitencia contaba con una bonita banda sonora, le encantaba Simple Plan y Save you era una de sus canciones favoritas. Desde que tuvo uso de razón la oscuridad era uno de sus peores miedos y ahora solo esta le rodeaba, o por lo menos eso pensó hasta que en su torpe y espesa cabeza se encendió una lucecita... << ¿No crees que si abrieras los ojos Sam la oscuridad podría desaparecer? >>… Reprendiéndose  a sí mismo por su estupidez y con el cuerpo tembloroso, por temor a la idea de tener que pasar el resto de la eternidad inmerso en la nada, poco a poco comenzó a abrirlos. La imagen borrosa de dos entes sentados de espaldas a él a los pies de la cama le paralizó el corazón, pero pronto volvió galopando a la vida en cuanto su vista se aclaró y reconoció las siluetas de Derek y Brian. Por fin pudo soltar el aire retenido en sus pulmones, no era ni el cielo ni el infierno, sino una habitación de hospital y frente a él los dos, para su buena fortuna, discutían acaloradamente en vez de besarse apasionadamente.
— ¡Por Dios Derek!, quita ya ese tostón.
— ¡No!
— Creo que no he escuchado bien ¿Me acabas de decir que no?
— Si Brian te estoy diciendo que no y si no bajas el tono mejor te largas de aquí.
— ¿Me estas echando? ¡Lo que me faltaba por oír! Que el cabrón responsable de que mi hermano quisiera quitarse la vida me eche. Aquí el que sobra eres tú.
— ¡Que te follen Brian! Estoy harto de que me jodas con la misma mierda a todas horas, si aquí hay un culpable ese eres tú.
Las palabras de Derek causaron en Brian el mismo efecto que un resorte en el trasero, haciendo que este saltara de la cama hecho una furia.
— ¡Yo no he hecho nada!
— ¡Precisamente por eso! Tu eres su hermano, tío sois gemelos ¿Como fuiste capaz de permitir que llegara a este extremo?
La imagen de Sam tirado en el suelo del baño hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Los recuerdos de esa tarde bombardearon su cabeza jamás, por muchos años que viviera, olvidaría lo que sintió cuando al echar la puerta abajo resbaló y al apoyar las manos en el suelo estas se empaparon con el líquido vital que abandonaba el cuerpo de su hermano. Habían pasado tres días y cada vez que cerraba los ojos se veía a sí mismo arrodillado y paralizado contemplando sus manos manchadas de sangre, ¿Tendría razón Derek al afirmar que el culpable de que su hermano no quisiera vivir fuese él?... ¡No!, el era su hermano, el que nunca dejó que ningún salido de mierda se aprovechara de él, lo quería y se preocupaba de él. Si alguien tenía la culpa de esto era el bastardo frente a él. Haciendo acopio de toda su fuerza colocó las manos sobre el pecho de Derek y convirtiéndolas en puños lo levantó de la cama, acercándolo tanto a él que sus narices casi se tocaban.
— ¡Mi único fallo aquí fue permitir que tú te acercaras a Sam! —Soltándolo abruptamente se separó de él— ¡Te lo advertí joder! Te dije que si le hacías daño yo mismo me encargaría de...
La diatriba de Brian se vio interrumpida, al igual que su respiración, cuando las manos de su amigo impactaron en su pecho, haciéndole tambalearse por tremendo empujón.
— ¡Daño, tú me hablas de hacerle daño! Eres tan ególatra que nunca te has dado cuenta que toda su vida a vivido a tu sombra, buscando tu aprobación, pero tú siempre lo has menospreciado, siempre creyéndote mejor que él, superior, obviando lo mucho que él te quiere y se preocupa por ti, tu le has amargado la existencia, ¡Pero si jodiste hasta su primera vez!, ni siquiera en un momento tan especial para el dejaste que fuese feliz. Eres un gilipollas hiciste que Sam se desmayara apareciendo en la habitación, no soportó que tú nos pillaras.
Brian se volteó de espaldas a Derek, lo último que quería era que lo viera llorar y sus ojos ya comenzaban a aguarse.
— En una cosa tienes razón, soy un gilipollas, pero en lo demás estas equivocado. Yo nunca me he creído superior o mejor que Sam, siempre he sabido que nunca sería tan perfecto como él. Sam siempre ha sido el ojito derecho de mama, el que traía buenas notas, con el que todas las chicas se reían y según papa el único de sus hijos que algún día llegaría lejos y sería algo en la vida. Por suerte para mí ni le gusta beber, ni fumar, ni ir al gimnasio y como tu bien sabes no es que las chicas le vuelvan loco, aunque de no haber aparecido tú estoy seguro que se habría enamorado de la mejor chica, pero bueno la cuestión es que yo siempre he sido el popular, el que tenía amigos y follaba cuando quería y ahora solo se hablará de su intento de suicidio, mi mejor amigo se ha enamorado de él y por la fama que tienen los gay a partir de ahora follará como un conejo.
Sam no puedo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas, Dios mío qué es lo que había hecho, como pudo estar tan ciego. Ante él Brian y Derek se recriminaban mutuamente que estuviese en esta cama, pero solo él era culpable de ello. Toda la vida queriendo ser como su gemelo , creyendo que lo despreciaba cuando en realidad le envidiaba, pensando que su hermano jamás le perdonaría el estar con otro chico, sin embargo había advertido a Derek que no le hiciese daño, Brian a su manera se había preocupado por él y en lo referente a Derek, ahora entendía su reacción ese día, el nombre de su hermano no salió de sus labios inconscientemente en el fulgor de la pasión, sino porque su amigo lo acababa de pillar follándose a su hermano.
Intentó hablar, pero sólo un sonido seco y áspero salió de su garganta, haciendo que Derek mirada en su dirección. Se acercó inmediatamente a la cama, sostuvo su mano y le sonrió con los ojos anegados por las lágrimas… “¡Gracias a Dios que has despertado Sammy! Prométeme que no volverás a hacer una cosa así, al menos sin que yo esté a tu lado, no quiero vivir sin ti”... le dijo entre sollozos mientras enmarcaba su cara. Oyó a su hermano gritar y enseguida se llenó la habitación de gente, sus padres, los amigos de Brian, la hermana de Derek, incluso sus padres estaban allí y él seguía manteniendo las manos sobre sus mejillas, lo cual aprovechó Sam para voltear la cabeza y disimuladamente depositar un beso sobre su cálida palma, pero para su sorpresa esta vez Derek no se apartó tímidamente por vergüenza a que les vieran, esta vez le regaló una sonrisa, le dijo que lo quería y besó sus labios sin importarle que la habitación estuviese llena de gente.
Hacía ya cinco horas que había despertado y no hacía más que repetir en su mente, como si de un mantra se tratara, las palabras que pronunció Derek antes de apartarse de su lado y dejar que todos se abalanzarán sobre él...“Nunca más me esconderé, lo he hecho durante tres años, pero ha llegado el momento que el mundo entero sepa que soy feliz porque amo a Sam Taylor”.
Ahora, viendo como ambos le sonreían desde un rincón de la habitación mientras bromeaban, vio la verdad. Su hermano siempre estuvo ahí para él, esperando que se acercara, sin embargo por su miedo al rechazo nunca lo hizo. También supo que fueron sus propias inseguridades las que le llevaron a creer que Derek no lo aceptaba porque no proclamaba su amor públicamente, concibiendo en este momento que el amor solo es cosa de dos y que ambos se aceptaron el día que compartieron un dulce ósculo.





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Os dejo los vídeos de las canciones a las que hago referencia en el relato, para que os imaginéis un poquito mas el ambiente que rodeaba a Sam... Besitos.

                          SUMMERTIME

MY INMORTAL

                                                                         SAVE YOU

                                                                                             


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